Una de las líneas de análisis para entender las crisis de América Latina que se concentran en el año 2019 está en la búsqueda de similitudes y diferencias entre ellas, por ello, con el fin de avanzar en esa línea de investigación, proponernos un modelo de clasificación centrado en las diferencias compuesto por al menos tres categorías: crónicas, tendencialmente políticas y tendencialmente económicas
Crisis crónicas son Venezuela y Nicaragua. Ambos países tienen gobiernos de tendencia autoritaria bastante consolidados en el poder, en los que ha habido episodios de represión de demandas sociales y cuya población busca permanentemente la acción colectiva a través de mecanismos de voz, salida o lealtad. Son crisis multicausales que pueden agravarse por problemas económicos o humanitarios. También se podría incluir aquí el particular caso de la crisis estructural de Haití, con la diferencia de que no cuenta con un gobierno fuerte que controle del aparato del Estado.
Crisis tendencialmente políticas son los casos de Bolivia y Perú, en los que se ha dado una estructura de oportunidad que ha permitido aflorar el descontento de la población y/o actores políticos a partir de situaciones de polarización y conflictos sociales o institucionales no resueltos. En el primer caso, se ha sumado el orden social y político que dio forma a un Estado cruzado por una “frontera étnica” que el gobierno del MAS no pudo reducir. Por el contrario, fue potenciada de forma latente por la reacción conservadora a sus medidas de inclusión y visibilidad multicultural. En este escenario la democracia no ha funcionado, pues no se ha impuesto la idea de igualdad ciudadana (base del régimen democrático y del Estado de Derecho) ni el respeto a las normas sobre distribución del poder. Los múltiples intentos del gobierno de Morales por reelegirse o el proceso para que “Dios vuelva al Palacio” son la mayor evidencia. Perú es un país atípico en el que las crisis políticas no generan extrema conflictividad social, quizá por la falta de actores o partidos que movilicen. Resulta sorprendente que la salida de PPK y la disolución del Congreso por Vizcarra no hayan tenido repercusión social o económica.
Crisis tendencialmente económicas son Chile y Ecuador. Del primero caso mucho se ha dicho mucho ya de la desigualdad económica y de un modelo que confía en un mercado poco regulado, que no permite a las familias satisfacer sus necesidades. Mientras, en Ecuador estamos más bien ante un Estado quebrado en el que el sector público ya no puede tirar de la economía, con el agravante de un sector privado poco dinámico. El periodo anterior representó la mayor bonanza de la historia, lo que dejó una estructura de gasto insostenible a cuyos intentos de ajuste reaccionó la sociedad. A diferencia de Ecuador, que tiene actores políticos y un gobierno débil, Chile ha sacado a relucir esa fortaleza institucional, que en su momento fue tan poco permeable a las demandas sociales, a través de una convocatoria por parte del gobierno y los partidos a un proceso que haga replantearse el modelo económico, político y social heredado de la dictadura.