Mientras en el Palacio San Martín, sede de la cancillería Argentina se celebra el cierre del acuerdo comercial MERCOSUR-EFTA, se agita el movimiento franco-irlandés para bloquear los acuerdos -MERCOSUR-UE- debido a los incendios en la Amazonia.
MERCOSUR avanza gracias a permanentes negociaciones y, en ocasiones, más que más que un tratado comercial es un instrumento inminentemente político. Desde finales de 2018, las declaraciones antiecologistas del entonces recién electo presidente de Brasil Jair Bolsonaro -abrir la Amazonía a la explotación comercial y abandonar el Acuerdo de París contra el cambio climático- pusieron en alerta no solo a sectores ecologistas y de lucha contra el cambio climático, sino también a los principales líderes de los países con quienes de manera posterior -ya en posesionado- iniciaría negociaciones.
Después de hacerse público el Tratado de libre comercio firmado entre la Unión Europea y el MERCOSUR, el gobierno de Francia ya hizo declaraciones en las que ponía el foco de atención en temas medioambientales, como país se pronunció “no listo” para ratificarlo y posteriormente establecería tres condiciones sine qua non ratificaría el acuerdo MERCOSUR-UE: 1) reconocimiento explícito del Acuerdo de París sobre el clima de 2015; 2) respeto a las normas medioambientales y sanitarias; y 3) una cláusula de salvaguarda para los productos más sensibles: carne, azúcar, avícolas.
No son nuevos los problemas de deforestación e incendios en la Amazonía, sin embargo, se responsabiliza al gobierno de Bolsonaro por el empeoramiento de esta situación en 2019. El presidente Emmanuel Macron, ha señalado que el presidente Bolsonaro no ha respetado los compromisos sobre el cambio climático, ni actuar en materia de biodiversidad” aun siendo de su conocimiento, que las clausulas antes mencionadas son innegociables para Francia. De la misma forma, ante la preocupación por los incendios que devastan la Amazonía, el Ministro de Sanidad irlandés Leo Varadkar apuntó hacia un rechazo del Acuerdo: “no hay forma de que Irlanda vote por el acuerdo de libre comercio EU-Mercosur si Brasil no cumple con sus compromisos ambientales”.
El presidente Bolsonaro ha declarado que él sospecha que “las propias ONG’s han provocado el incremento de los incendios con el objetivo de perjudicar su imagen y de derribar a su gobierno”. También se ha refiero a “incendios forestales existen en todo el mundo y no pueden ser pretexto para sanciones internacionales”, sin embargo, lo que se cuestiona es su capacidad de respuesta ante esta crisis ecológica. La presión internacional parece haberle obligado a tomar responsabilidad y autorizar ante el creciente número de focos de fuego, el envío de las fuerzas armadas para ayudar a combatir las llamas.
Aunque como se ha mencionado, el proceso de ratificación está aún lejano, Francia e Irlanda no tienen capacidad, en principio, para echar abajo el Acuerdo considerando que la aprobación del Consejo Europeo requiere a favor un 55% de los Estados miembros que represente un 65% de la población. Después del visto bueno del Parlamento Europeo, el Acuerdo podría entrar en vigor provisionalmente, para su posterior ratificación por los Parlamentos nacionales, con veto –por ahora- en París y Dublín antes de que más países adopten esta postura.
Por otro lado, el cierre del acuerdo comercial con los países europeos agrupados a EFTA –Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein- fue aplaudido por el Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Jorge Faurie quien se refirió al tratado como una “contribución en la mejora de la integración con países que poseen altos estándares institucionales y tienen un elevado nivel de desarrollo y equidad económica”.
El preámbulo del Acuerdo MERCOSUR-EFTA manifiesta como principio común entre los Estados miembros, su “compromiso con la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos y libertades fundamentales, la protección del medio ambiente, combatir la corrupción, el buen gobierno corporativo y la responsabilidad social corporativa”.
Y aunque no se han develado los detalles del Tratado, con relación al comercio de bienes, a partir de la entrada en vigor del Acuerdo y durante un periodo de hasta 15 años, EFTA eliminará todos los derechos de aduana sobre las importaciones de productos industriales originarios del MERCOSUR; mientras que éste, eliminará o reducirá gradualmente los derechos de aduana sobre la gran mayoría de los productos industriales originarios en aquellos.
El tratado señala que los productos agrícolas – básicos/procesados- convinieron concesiones arancelarias significativas: entre los Estados de EFTA, se considera la eliminación gradual de los aranceles, preferencias arancelarias o contingentes arancelarios para productos como el queso, café, chocolate, carne de cordero, licores, dulces, aguas, bebidas energéticas y vinos. Estos mismos Estado ofrecen a cambio concesiones para las importaciones agrícolas.
El Acuerdo se apega a los derechos y obligaciones previstas por la Organización Mundial del Comercio –OMC- en materias como: antidumping, subvenciones y derechos compensatorios, además de las medidas de salvaguardia mundiales. De la misma forma, en el marco de la OMC, se reafirma las obligaciones sobre controles de importación, certificados, aprobación de productos y establecimientos. Bajo este mismo esquema, se han incorporado en el Acuerdo MERCOSUR-EFTA los obstáculos técnicos al comercio previstos por la OMC, para la elaboración de reglamentos técnicos, normas y procedimientos de evaluación de conformidad, marcado y etiquetado.
El Tratado también prevé dos cuestiones importantes. La primera se refiere a la creación de mecanismos que reduzcan los efectos de la liberalización comercial: los daños económicos causados por el aumento de las importaciones de bienes agrícolas o industriales; la segunda, el acuerdo plantea mejorar las condiciones legales para inversionistas al conceder derechos no discriminatorios de establecimiento en sectores económicos distintos al comercio de servicios.
En lo que va del año, el MERCOSUR ha suscrito dos importantes acuerdos comerciales con países europeos, lo que podríamos calificar como una gestión exitosa. A casi tres décadas del primer momento fundacional, los procesos de reapertura e integración vuelven a replantearse con vigor. Sin embargo, es crucial el trabajo de cada Estado miembro en la consecución de los compromisos adquiridos en pro del fortalecimiento del bloque a nivel regional e internacional.